Todos los
días, adultos y niños estamos expuestos a un sin fin de publicidades sobre
distintos productos alimentarios, pero... las virtudes que declaran, ¿son
ciertas? Debido a motivos legales, obviamente, no se puede mentir, pero nadie
pena el decir sólo aquello que les beneficia, es decir, la mitad de la verdad.
Si bien no mienten, las publicidades de alimentos rondan terrenos “grises” y
los nutricionistas nos vemos obligados a decir que aquello que las empresas de
alimentos promocionan como adecuado o beneficioso para la salud “no es tan
así...”.
Tomemos como
ejemplo los embutidos, ¿es verdad que cubren un alto porcentaje del
requerimiento de proteínas de los niños? Sí, es verdad. Pero lo que la
propaganda no dice es que los embutidos tienen altos porcentajes de grasas
(principalmente saturadas), colesterol y sodio. Entonces, ¿son tan
beneficiosas? Y..., no es tan así...
Otro
ejemplo, los postrecitos que vienen fortificados con todo lo que la industria
alimentaria es capaz de adicionar. ¿Son apropiados para los niños? Si un niño
consume una alimentación completa y balanceada, no los necesitará. Este tipo de
productos son más apropiados para niños desnutridos, los cuales, obviamente, no
tienen acceso a los mismos por motivos económicos.
La clave
está en aprender a leer los rótulos de los productos alimentarios y consultar a
los profesionales de la nutrición. A partir de la nueva ley de rótulos, cada
producto alimentario deberá declarar su composición nutricional, pero ojo, las
porciones que se declaran no siempre son las que estamos acostumbrados a
consumir.
Es
importante recurrir a los nutricionistas y no consultar a cualquier profesional
(aunque sea del área de la salud), cada cual en su especialidad, ¿se imagina
que sería de nosotros si cuando tenemos fiebre le preguntamos al abogado que
nos recomienda para aliviarla?
Fuente: www.nutri-salud.com.ar
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