El
cuerpo humano, al igual que todo organismo vivo, se va desarrollando por edades
hasta llegar a la consolidación de su capacidad física.
En
su última etapa evolutiva, la llamada tercera edad, presenta una serie de
cambios en la anatomía y en la función del cuerpo que terminan consolidando una
nueva identidad orgánica.
En
el proceso son transformados todos los patrones, los perfiles y los niveles
energéticos acostumbrados. El nuevo cuerpo es funcional a la nueva vida que
ofrece, pero exige ciertas adaptaciones.
Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS), a partir de los 40 años las
necesidades de energía disminuyen en 5 por ciento por cada década, por una
reducción en el metabolismo basal, o la energía que consume el organismo para
las funciones vitales.
Lo
cierto es que esta etapa vital se diferencia en tres segmentos: adultos
mayores, de 50 a 65; ancianos jóvenes, de 65 a 75 años; ancianos mayores, de 75
a 85 años; y ancianos viejos, mayores de 85 años. Cada edad trae aparejado un
cambio fisiológico que complementa las anteriores y, por tanto, su necesidad
alimentaria se basa en un equilibrio nutritivo distinto.
De los
50 a los 65
Empieza
a notarse la intolerancia a la lactosa, al mismo tiempo que las estructuras
óseas necesitan un refuerzo para prevenir la osteoporosis. “Es importante
cambiar los lácteos hacia productos descremados y sin lactosa”, señala el
gastroenterólogo Gustavo Bresky, director de la Asociación Chilena de
Hepatología.
Es
importante intensificar la ingesta de agua, jugos, caldos, agua de yerbas, y de
otros elementos que aumenten la producción de orina y favorezcan procesos
depurativos que eliminen toxinas y promuevan la hidratación profunda de tejidos
y células. Para facilitar la desintoxicación hepática y evitar el estreñimiento
será fundamental redoblar el consumo de fibras mediante frutas y hortalizas,
verduras con ligero sabor amargo (alcachofa, achicoria, endivia, escarola,
rábano, berenjena, cardo) y frutas con fibras, como manzana, uva, níspero,
fresa y plátano.
De los
65 a los 75
Una
vez que el cuerpo entra en esta etapa, los ajustes comienzan en torno al
cerebro y al reajuste de las neuronas del área de aprendizaje, memoria y
planificación. Las córneas sufren un engrosamiento que degenera la visión
nocturna y la capacidad de enfocar los objetos. La disminución del gasto
energético total obliga a un control de las calorías debido al menor gasto
metabólico basal. Se recomienda el consumo de pescados por ser una buena fuente
de nutrientes y calcio, los frutos secos y los derivados de la soya.
La
escasez de hierro, un componente de los glóbulos rojos y de la hemoglobina, es
también un factor en la menor obtención de energía, por lo que es aconsejable
incluir en la dieta alimentos de origen animal (carnes, pescado y huevos) y
legumbres, verduras y otros alimentos vegetales en combinación con cereales y
comidas ricas en vitamina C (verduras aliñadas con zumo de limón).
De los
75 a los 80
“Es
vital considerar hábitos, alimentos y voluntad de potenciar el envejecimiento
activo. Esta etapa implica hacerse cargo de su autocuidado, prefiriendo
alimentos energéticos. Muchas personas a esta edad son aún productivas y pueden
aumentar su eficiencia al eliminar las grasas saturadas, los azúcares refinados
y la sal. Es una etapa donde se dificulta la absorción de vitaminas, por lo que
es recomendable agregar complementos en polivitaminas y minerales que suplirán
los efectos producidos por la reducción en la mucosa intestinal”, explica el
doctor Gustavo Bresky.
El
consumo de arroz integral, frutas, cereales integrales y sopas será preventivo
del estreñimiento, y a la vez una buena fuente de alimentos que no requieren
mayor masticación y trituración.
Después
de los 80
Cuando
nace el anciano comienza la etapa de la sabiduría. Así como hubo toda una vida
para comer y correr, esta será una etapa de reflexión y suavidad, de calma y
aceptación.
El
agua es, para los octogenarios, un nutriente vital. Su papel esencial es la
regulación del volumen celular, el transporte de nutrientes, la remoción de
desechos y la regulación de la temperatura. Es la etapa que permitirá disfrutar
de las siembras de la vida activa. De este modo, la vida completa su ciclo:
nace tomando leche y termina con el agua, que es, en definitiva, el río que
hace fluir la vida.
HEIDI
SCHMIDLIN
EL MERCURIO
Quality Health®, porque una excelente calidad de vida es reflejo de tu salud.-
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