Hoy en día la mayoría de las mujeres conoce
acerca de medicina estética, por ser una de las especialidades que más se
difunde y que mayor interés genera en las pacientes. Esto da lugar a un nuevo
tipo de paciente, que está más informada y comprometida con su
tratamiento, y que en lugar de paciente es “haciente”, porque adquiere
un rol activo junto con el profesional tratante.
Las
respuestas están en las máximas estéticas, a las que tienen que ajustarse tanto
los especialistas como sus pacientes. Porque el compromiso con la
estética tiene que estar de ambos lados, puesto que uno regula y ajusta la
labor del otro.
1. El
logro estético de un tratamiento se basa en que sea pensado específicamente
para cada paciente.
Los
tratamientos no se replican de una persona a la otra de manera mecánica. Es
decir, que porque a una mujer determinada corrección le haya quedado muy bien,
no significa que a otra haya que realizarle exactamente el mismo retoque, con
el mismo producto o utilizando el mismo tratamiento. Por este motivo, el
profesional de la estética debe evaluar detalladamente a cada una de sus
pacientes, observando su edad, su piel y su nivel de deterioro, sus rasgos, sus
hábitos de vida y los resultados anhelados. De esta manera, el procedimiento
será personalizado y adaptado a las necesidades de cada mujer.
2. El
profesional debe indicarle a la paciente los alcances de cada tratamiento según
el grado de su patología, sin generarle falsas expectativas.
Un buen
profesional, luego de evaluar a su paciente, hace un diagnóstico preciso de su
situación a nivel estético y de los pasos a seguir para efectuar un
tratamiento. Y, al mismo tiempo, la informa sobre los resultados o límites de
cada procedimiento para evitar expectativas ficticias. Así que es clave que el
médico sea honesto con respecto a lo que se puede modificar y en qué medida se
puede realizar, para que la paciente luego evalúe si está dispuesta a realizar
el cambio. Este paso es fundamental, puesto que luego de la aplicación de una
técnica o producto determinado, su desengaño puede ser muy grande si sus
anhelos no se cumplieron. Por eso, antes de generar esta insatisfacción, es
obligatorio que entre médico y paciente haya una charla clara y basada en la
realidad. Las promesas de cambios estéticos mágicos no suelen cumplirse.
3. El
profesional debe poder ofrecer los tratamientos de estética más avanzados y con
mayor eficacia, y capacitarse constantemente para poder realizarlos.
Es ideal
que las pacientes se contacten con un profesional que esté muy bien informado
acerca de las últimas tendencias, de los nuevos productos y de las técnicas más
innovadoras con respecto a la estética. También es necesario que el médico se
encuentre en constante formación, acudiendo a charlas, cursos, capacitaciones,
conferencias y demás eventos relacionados con su profesión, para que pueda
brindar los tratamientos y productos más eficaces, con menos sesiones,
indoloros y con resultados duraderos. Sus estudios en la materia se verán reflejados
en los resultados obtenidos por las pacientes.
4. Un buen
profesional de la medicina estética no usa productos de manera irresponsable ni
desmedida.
Hoy en
día, las pacientes demandan retoques con más frecuencia y consultan por nuevos
rellenos porque tienen la información al alcance de la mano. Pero, a veces, un
buen profesional se distingue por decir “no” cuando su paciente es muy joven
para someterse a un procedimiento, cuando pide rellenos de manera “adictiva”,
cuando no respeta los tiempos entre las sesiones de mantenimiento, o cuando
quiere más y más tratamientos porque nunca está del todo conforme con la imagen
que le devuelve el espejo. En estos casos, el médico es quien debe ponerle un
freno a los requerimientos desmesurados de su paciente, por el beneficio de su
imagen y para que no sea una mujer “sobretratada” y con facciones
desnaturalizadas.
5. Una
paciente no le indica al profesional qué tratamiento o productos quiere
aplicarse.
Sin
embargo, interviene activamente en las decisiones que el profesional le
aconseje. ¿Hasta dónde debe intervenir la paciente en su tratamiento
estético? ¿Debe ser la directora de todo el proceso o someterse a un
procedimiento sin consultar absolutamente nada?
Una
paciente estética en los tiempos que corren ya no tiene un rol pasivo ante el
especialista sino que, por el contrario, su función es activa, asumiendo su
grado de responsabilidad, su decisión, informándose sobre la técnica y sus
riesgos, y haciendo todas las consultas necesarias antes de cualquier
procedimiento. Si bien es esencial que la paciente intervenga de manera
participativa, y no sólo acate lo que el médico le indica sin evaluarlo, su rol
es previo a que el profesional intervenga. Es decir que, habiendo llegado a un
acuerdo entre las partes sobre productos y procedimientos, cuando el médico
comienza su tarea, la paciente debe confiar en que eligió las mejores manos
para ser tratada.
6. La
paciente debe indagar acerca de riesgos y complicaciones de los tratamientos, y
el profesional debe responder al respecto, sin omitir información.
Siempre es
crucial que el profesional le explique a la paciente cuáles son los riesgos del
procedimiento, cuáles son sus posibles complicaciones, de qué manera tiene que
atravesar los días previos y los posteriores al tratamiento, y cuáles son las
molestias frecuentes. Todo esto le dará tranquilidad y confianza a la paciente,
para tomar una decisión y no encontrarse con dolores o dificultades
inesperadas. De esta manera, el médico no sólo informa, sino que también prevé
y contiene a la paciente, quien le deposita su confianza.
7. El
profesional ético no debe fomentar tratamientos innecesarios, ni por su cuenta
ni por demanda de la paciente.
Hay
pacientes que viven haciendo visitas a uno o más profesionales de la medicina
estética porque son adictas a los tratamientos. Son las primeras que acuden al
consultorio ante un nuevo producto, procedimiento no invasivo, o nueva técnica
de rejuvenecimiento. Estas mujeres no aceptan que un médico se niegue a
tratarlas, aun cuando su buen criterio profesional le advierte que la obsesión
por la perfección estética les resulta desmesurada e incontrolable. En estos
casos, un profesional ético y responsable deberá evitar que la paciente
continúe en este círculo vicioso y, por supuesto, no debería fomentarle
tratamientos innecesarios que la perjudiquen tanto estética como
psicológicamente.
8. Un
excelente profesional es el que marca la diferencia con el resto.
Primero a través de un buen a
asesoramiento y cuidado de su paciente, y luego por medio de la eficacia y
calidad de sus procedimientos.
Todos los
profesionales de la estética no son iguales y, por lo tanto, no es lo mismo
tratarse con uno o con otro. ¿Qué es lo que marca la excelencia de un
médico?Podríamos decir que esta respuesta se basa en varios factores pero,
básicamente, un buen profesional de la estética es el que se ocupa del
seguimiento de la pacienteantes, durante y después del procedimiento.
Así que es
el que efectúa todas las evaluaciones previas, análisis y preguntas para
elaborar una completa ficha médica; es el que contiene a la paciente ante
posibles inquietudes evacuando todas sus dudas; es el que le indica cómo tiene
que ajustar su vida los días previos al procedimiento para que todo salga
perfectamente; es el que pone todo su saber y experiencia en el tratamiento; y,
finalmente, es el que luego de un procedimiento –aunque sea mínimamente
invasivo– se ocupa de seguir la evolución de su paciente para que no presente
ningún tipo de complicación. Todo esto es lo que distingue a un excelente
profesional, y lo que nos hace saber que estamos depositando nuestro cuerpo y
criterio estético en buenas manos.
9. Los
mejores profesionales de la estética tienen un equipo de colaboradores idóneos.
Con especialistas en distintas
áreas que complementan el trabajo general con la paciente.
Un buen
médico se rodea de un equipo de colaboradores idóneos, en el que cada uno
aporta su saber en determinada especialidad. De este modo, el especialista en
medicina estética también trabajará con una dermatóloga, una nutricionista, una
experta en aparatología, una cosmetóloga, un flebólogo, etc. El cuerpo humano
es un todo que necesita ser tratado como tal, y nada mejor que un conjunto de
especialistas para evaluar en conjunto las mejores propuestas para una paciente
estética.
10. La
paciente tiene que asesorarse con respecto a los precios de mercado de los
procedimientos.
Un
buen profesional valora su trabajo y no lo regala.
En el círculo de la estética, un buen
profesional es reconocido por los resultados de sus trabajos, y los hace valer
a través de los precios de sus tratamientos. Si alguien ofrece un tratamiento
por un valor mucho más bajo de lo que habitualmente se cobra, este es un
indicio para desconfiar de los resultados de este trabajo. Por eso es
fundamental estar al tanto sobre los precios de los procedimientos, porque no
son un dato menor a la hora de elegir a un profesional de la estética serio,
comprometido, y que utilice productos de calidad.