Los cuadernos de Karen
Ramírez siempre fueron un desastre. No importaba qué tanto restregara sus manos
contra la falda, los chorros de sudor que se escurrían entre sus dedos
terminaban estropeando cada ecuación de aritmética, cada lindero en los mapas
geograficos, cada frase de español.
A veces, cansada de tanto secarse, sus palmas
terminaban acumulando burbujas. Eran tantas, recuerda, que el lapicero salía
disparado de sus manos y acababa por arruinarlo todo.
Su padre, Hernán, le sugirió que usara pedacitos de
cartón debajo de su mano, y ayudaron un poco, pero no del todo. Igual sucedió
con los guantes de algodón que él le compró con tanto entusiasmo: permanecían
secos unos minutos, luego era mejor escurrirlos.
Los cuadernos, sin
embargo, eran lo de menos. Lo de más eran sus amigas que, ahuyentadas por el
sudor, no se atrevían a tocarla.
Juan Camilo Delgado
también trató de esconder su enfermedad debajo de la ropa de colores claros
que siempre usaba para que no se vieran tanto las enormes manchas de sudor. Iba
a las fiestas, pero su alegría duraba lo mismo que una canción, porque después
de bailar unos minutos se sentía emparamado de pies a cabeza, como si lo
hubieran arrojado a una piscina.
María Eugenia, su mamá, recuerda lo mucho que
sudaba cuando era bebé, especialmente después de que le daban tetero. Fue muy
activo desde la niñez, y nadie pensó que algo extraño ocurría. Sin embargo, los
cuadernos de Juan Camilo también empezaron a arrugarse y la tinta a diluirse
cada vez que él escribía en ellos.
Estos dos adolescentes
padecieron la hiperhidrosis, un trastorno del sistema nervioso que produce sudoración
excesiva. Entre el 1 y el 3% de la población es aquejada por esta patología.
La hiperhidrosis altera significativamente la vida
social de las personas. Actos tan simples como sostener un teléfono o saludar
de mano se convierten en algo tormentoso para quienes se enfrentan a esta
condición. “Hay pacientes con hiperhidrosis que intentan suicidarse”, afirma el
cirujano del tórax Juan Carlos Zafra, experto en esta patología.
Para el tratamiento de la hiperhidrosis existen
varias alternativas que varían de acuerdo con la severidad del problema. “En
algunos casos, se le recomienda al paciente el uso de desodorantes a base de
hidróxido de aluminio. Aplicar leche de magnesia en las axilas puede ser útil.
Pero siempre es necesario que el paciente consulte a un especialista para que
este individualice el caso”, asegura el dermatólogo Luis Hernando Moreno.
Si la sudoración no disminuye, se hacen necesarios
procedimientos quirúrgicos. Uno de ellos, la simpatectomía, consiste en cortar
ciertos ganglios nerviosos ubicados al lado de la columna vertebral
responsables de la sudoración con un lente de 5 milímetros que se introduce a
través de la axila. Karen y Juan Camilo se sometieron a esta cirugía.
En el caso de Juan Camilo (16 años), tres días
después de la cirugía pudo regresar al colegio y en poco más de un mes volvió
al gimnasio a realizar ejercicios moderados. Karen, de 13, pasó sólo cinco días
en casa luego de la simpatectomía. Los padres de ambos reconocen que los
resultados han sido muy buenos. “Ya nadie me discrimina”, dice ella con un tono
de felicidad inocultable.
“La simpatectomía tiene una efectividad del 98%
para quitar la sudoración excesiva de manos, axilas y cara, y de un 50% en lo
que se refiere a la de los pies”. No obstante, hay que tener en cuenta que un
efecto secundario de esta intervención es la sudoración compensatoria, o
transpiración en otras partes del cuerpo. Le sucede al 80% de los pacientes.
Por fortuna, en el 99% de los casos ésta desaparece en los meses posteriores a
la cirugía.
Antes de saber si esta intervención quirúrgica es
la respuesta a un caso de sudoración excesiva, es importante que el paciente
consulte con el médico general y, luego, ir al especialista que este ha
indicado.
Tipos
La hiperhidrosis puede ser primaria —cuando
no está asociada a otra condición— o secundaria, si es producida por un tumor,
una enfermedad infecciosa, algún medicamento con efectos secundarios,
drogadicción o alcoholismo. Por ejemplo, el hipertiroidismo y el hipotiroidismo
también producen mucha sudoración.
La hiperhidrosis primaria se manifiesta desde
el nacimiento. “Hay niños que no pueden coger el tetero, porque el sudor hace
que se les resbale de las manos o que se caigan frecuentemente, porque sus pies
mantienen mojados”, revela el doctor Zafra.
Algunos tratamientos
Tratamientos
Medicamentos antihipertensivos y ansiolíticos:
Disminuyen la frecuencia cardíaca y la respuesta del sistema nervioso
simpático, por lo que puede moderarse la sudoración.
Bótox: se aplica sobre las glándulas
sudoríparas de manos, axilas y pies. Esta sustancia debe ser inyectada por un
dermatólogo. El botox ayuda a evitar el sudor
excesivo por meses, cuando es
inyectado debajo de la piel en donde están las glándulas de sudoración. (Pregunta
en Quality Health por este tratamiento)
Psicoterapia: “En muchos casos, la
hiperhidrosis es agravada por situaciones de estrés. Las personas que sudan
excesivamente en circunstancias de tensión emocional necesitan la ayuda de un
psicólogo o un psiquiatra”, señala el doctor Luis Moreno.
¿Cómo se produce?
En los casos de hiperhidrosis, el cerebro
manda la orden a las glándulas sudoríparas de que estén activas todo el día y
el sudor brota copiosamente de cara, axilas, manos y pies, los puntos del
cuerpo donde están la mayoría de estas glándulas.
Este tipo
de sudoración patológica sólo se interrumpe durante el sueño, pero mientras la
persona esté despierta transpirará excesivamente sin importar que tan quieta
esté ni el clima en el que se encuentre. Quien sufre de hiperhidrosis sudará,
incluso, en temperaturas muy frías. La ansiedad hace que suden mucho más.
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