miércoles, 19 de marzo de 2014

El poder de los superalimentos



La ciencia permite mejorar ahora los alimentos y agregarles propiedades

Desde siempre, el hombre ha buscado características específicas en lo que come. Si bien al principio la selección no fue muy consciente, esta tuvo como consecuencia que se cultivaran unas especies y no otras, y que el tomate o la fresa fueran lo que comemos hoy (ninguno era originalmente rojo).
Pero hace tiempo, la selección no se ha realizado únicamente por el color, sabor o duración de un vegetal, sino por su valor nutricional. No solo buscamos los mejores ejemplares entre la naturaleza, sino que también los modificamos en el laboratorio.
Esta es la era de los ‘superalimentos’ o ‘comida 3.0’, que, naturales o no, son más nutritivos y tienen más beneficios para el organismo.
Dado que se calcula que millones de personas en el mundo tienen alguna deficiencia nutritiva, o la necesidad de tener una alimentación más sana que haga frente al estilo de vida moderno, ser eficiente en lo que se come es cada vez más importante. Por ello la ciencia se ha enfocado en entender dónde están los mejores nutrientes y en qué alimentos concentrarlos aún más. “Los alimentos funcionales son todos los que en forma natural o procesada contienen ciertos componentes con efectos benéficos para el organismo”, explica Ana Palacio, nutricionista del centro de tratamiento de la Obesidad UC. Se trata de los tomates, con su capacidad de reducir el cáncer de próstata y el infarto del miocardio; de la zanahoria, con su poder anticancerígeno; y del salmón, rico en ácidos grasos esenciales. O del yogur en todas sus variantes y del vino, lleno de antioxidantes.
Pero no son los únicos. Otra forma de obtener alimentos benéficos es agregándoles propiedades que no necesariamente vienen con ellos. Dentro de los más nuevos, cuenta la médica nutrióloga de la Universidad de Chile Karin Papapietro, están los probióticos –microorganismos que mejoran las defensas– y entre los más antiguos, el pan de harina fortificada con ácido folico, las galletas y los cereales, que tienen vitaminas y minerales adicionadas.
Daniela Ghiardo, del Centro de Nutrición de Clínica Las Condes, cuenta que esta tendencia comenzó en Japón, que logró potenciar cosas naturales con fitoesteroles, elementos claves para controlar el colesterol, y que está naturalmente en la achicoria (planta herbácea).
“Los productos con fitoesteroles se utilizan para combatir el colesterol alto, tanto en forma aislada como coadyuvantes de fármacos, pero eso no significa que por consumirlos no haya que tener una dieta controlada en grasas”, advierte.
Esta es una de las principales razones que esgrimen los detractores de estos alimentos: que la gente crea que son una panacea y que no hay que comer balanceado.
A pesar de los avances en identificar los alimentos que tienen beneficios puntuales, y de adicionarles propiedades a los que no los tienen, esta forma de verlos está pasando a otro nivel.
En Inglaterra se está cultivando, por ejemplo, un superbrócoli. Es una especie que tiene tres veces más concentración de glucorafanina, un componente que reduce las inflamaciones e inhibe la división celular asociada al cáncer. Comer la misma cantidad de este vegetal es ahora tres veces más sano.
“Esto se realiza desde hace más de 200 años. Se logra cruzando plantas y seleccionando las mejores de su descendencia. Estas se vuelven a cruzar para seleccionar nuevamente a los individuos que tienen las características que se están buscando. Luego de varias generaciones se puede lograr dar con lo que se busca”, concluye Andrés Schwember, profesor encargado del Programa de Mejoramiento Genético de Cereales, de la UC.
Lo que nos da la naturaleza
Tomate: reduce el riesgo de cáncer de próstata y de infarto del miocardio.Zanahoria y ajo: reducen el riesgo de cáncer. Té: baja el riesgo de enfermedades coronarias y de algunos cánceres. Pescados: reducen el riesgo de enfermedades del corazón. Leche alta en calcio: disminuye la aparición de osteoporosis. Productos lácteos fermentados: mejoran la función gastrointestinal.
El polémico camino de la transgenia
“A diferencia del mejoramiento genético convencional –explica el profesor Andrés Schwember–, los transgénicos adquieren una característica determinada al implantarles un gen de otra especie o, incluso, de especies que no son vegetales”. Por esta razón, son tan controvertidos y muchos de sus detractores alegan que pueden ser dañinos para nuestra salud.
En Asia, los gobiernos y la industria lograron con este método incluir la vitamina A en el arroz, ya que por falta de esta entre uno y dos millones de niños están muriendo cada año.


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