Científicos de la Universidad de
Atenas (Grecia) demostraron en un estudio reciente que comer rápido, en
comparación con hacerlo lentamente, reduce la segregación de unas hormonas en
el intestino que provocan la sensación de estar “lleno”. La reducción de dichas
hormonas nos llevaría a comer en exceso y, por lo tanto, a engordar.
En el experimento llevado a cabo
por Alexander Kokkinos y sus colegas del Hospital General de Laiko, una serie
de individuos tomaron cantidades idénticas (300 mililitros) de un mismo helado
a diferentes velocidades. Los científicos tomaron después muestras de sangre de
todos los participantes en la prueba, descubriendo que quienes habían comido
más despacio presentaban concentraciones más altas de reductores intestinales
del apetito. En concreto, cuando se ingería el helado en treinta minutos en vez
de en cinco, las concentraciones de los péptidos intestinales GLP1 y PYY era
mayor, razón por la cual la sensación de saciedad se presentaba antes.
Según los investigadores, estos resultados
ayudan a explicar cómo el estilo de vida actual, con su ritmo acelerado, podría
estar influyendo en el exceso de comida que consumimos.
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