A lo largo de estos
últimos ochenta años hemos asistido a un cambio brutal en cuanto a nuestra
forma de comer se refiere. Paralelamente, han proliferado un sinfín de
enfermedades (alrededor de 200 nuevas) llamadas de civilización, que afectan
particularmente a los habitantes de los países industrializados.
Los cereales, que
complementamos con las legumbres, constituían la base de las alimentaciones de
todas las grandes civilizaciones que nos han precedido. Desde hace poco tiempo
han desaparecido de nuestra mesa, a excepción del trigo y del arroz. El consumo
de pan es 5 veces menor que hace un siglo. Por el contrario, el consumo de
carne se ha multiplicado por 5 y el del azúcar por 15. Ha aumentado así mismo
el consumo de frutas, productos lácteos y huevos. Los cereales integrales han
sido al mismo tiempo sustituidos por cereales refinados y las conservas y
alimentos preparados han pasado a ocupar un papel importante en nuestra
alimentación.
Comemos en exceso
La palabra “exceso”
es la que mejor define a la alimentación actual. Todo el mundo admite hoy que
comemos demasiado y a escala mundial observamos un hecho que ha sido propio de
las civilizaciones decadentes: la existencia de una minoría sobrealimentada a
expensas de que la mayoría no cubra sus necesidades vitales.
Exceso de proteínas
animales
El 75% de las
proteínas que ingerimos son de origen animal. Hace apenas un siglo este
porcentaje no llegaba al 20%. Actualmente consumimos proteínas en una
proporción 2 ó 3 veces mayor a las necesidades de nuestro organismo, con
las graves repercusiones que este hecho tiene para el mismo, tal y como veremos
a continuación. Las carnes contienen una elevada proporción de purinas que se
transforman en ácido úrico, cuyo exceso en sangre favorece la aparición de
cálculos o depósitos. Paralelamente, esta acidificación de la sangre ha de ser
neutralizada por nuestra reserva alcalina (Ca, Mg…) con la consiguiente
desmineralización que esto implica.
Existen numerosos
estudios que muestran la correlación existente entre el cáncer de colon y el
consumo de carne. Sin embargo, es difícil establecer en qué medida el exceso de
proteínas o el exceso de materias grasas, o ambas cosas a la vez, son
responsables de este hecho. Independientemente de los riesgos que conlleva para
la salud el consumo de cantidades importantes de carne, debemos tener
presente el hecho de que para obtener 1 kg. de proteínas animales (carne) hay
que producir 16 kg. de proteínas vegetales (granos), que es lo que consumen los
animales de engorde. Ante este dato, cualquier persona mínimamente
sensibilizada por los problemas del hambre en el mundo, debería cuestionarse
que con las proteínas vegetales (combinación de cereales + legumbres) se puede
alimentar a más personas, a menor costo y con un efecto infinitamente más
saludable.
Exceso de materias
grasas
A principios de
siglo, las grasas representaban sólo el 20% de las calorías ingeridas. En la
actualidad, aproximadamente el 40% de las calorías que tomamos provienen de las
grasas y de éstas un 70 % son de origen animal, es decir, son grasas saturadas,
llamadas asimismo grasas duras, muy perjudiciales para el organismo humano.
Este exceso de grasa tiene unas consecuencias muy graves, a saber: la obesidad,
el cáncer de mama y de colon, las enfermedades cardiovasculares, la alteración
de la permeabilidad de la mucosa intestinal con la consiguiente intoxicación de
la sangre…
Exceso de azúcar
El 25% de las
calorías ingeridas provienen de los llamados azúcares rápidos, principalmente
del azúcar de remolacha (sacarosa). En unos casos se consume directamente, y en
otros, encubierto con refrescos, salsas, pan, tabaco y otros alimentos y
bebidas. Los peligros del azúcar son innumerables, destacando entre todos ellos
el profundo efecto desmineralizador, del que las caries dentales no son sino la
punta del iceberg. Y para comprender la magnitud de dicha desmineralización
basta recordar que, en la actualidad, y en los países industrializados, el 97%
de los niños menores de 10 años sufren caries. Esta sustracción de sales
minerales de nuestro organismo tiene un origen doble. Por una parte, el fuerte
efecto acidificante de la sangre que posee el azúcar; por otra, al tratarse de
un producto refinado, carece de los minerales, vitaminas y oligoelementos
necesarios para su completa metabolización en el cuerpo. Conviene recordar
también que el excesivo consumo de azúcares rápidos provoca carencias
considerables de las vitaminas del grupo B, lo cual está directamente
relacionado con la aparición de los trastornos del sistema nervioso. Favorece
también la aparición de la diabetes (en las personas predispuestas), del
cáncer, de las enfermedades cardiovasculares (no olvidemos que nuestro
organismo almacena el exceso de azúcar en forma de grasas)… Sin embargo, cuando
consumimos carbohidratos completos en forma de cereales integrales, nuestro
metabolismo los convierte en glucosa sin que se produzca el efecto
desmineralizador ni el déficit de vitaminas al que hemos aludido, porque estos
alimentos poseen las sustancias protectoras acompañando a los carbohidratos:
minerales, vitaminas y oligoelementos.
Exceso de conservas
y alimentos refinados
La mayoría de los
alimentos procesados por la industria alimentaria están de una u otra forma
desnaturalizados. Han perdido gran parte de sus vitaminas, minerales y energía
vital (es decir, la capacidad de germinar, como en el caso de los granos al
molerse y transformarse en harina) y además, contienen aditivos cuya inocuidad
no está demostrada. Aconsejamos por tanto, reemplazar alimentos refinados por
los alimentos integrales, que son además más sabrosos.
Exceso de calorías
vacías
Uno de los errores
más grandes de nuestra alimentación es el consumo cada vez mayor de calorías
vacías, es decir, de alimentos que aportan calorías pero que carecen de los
elementos protectores como son las vitaminas, minerales y oligoelementos. Estos
alimentos los dividiremos en tres categorías:
§ El azúcar (calorías vacías).
§ Las grasas (calorías casi vacías), especialmente
las de origen animal. Las grasas vegetales obtenidas de semillas por presión en
frío son ricas en minerales y vitaminas.
§ Los cereales refinados (calorías medio
vacías). Estas tres categorías de alimentos consideradas globalmente,
representan el 80% del total diario. En otras palabras, nuestra
alimentación actual carece de elementos protectores (vitaminas, minerales,
oligoelementos…) a los que continuamente estamos aludiendo.
Desaparición de los
cereales completos y las legumbres
Los cereales y las
legumbres han constituido la base de la alimentación de la humanidad hasta
el comienzo de la era industrial. Aproximadamente el 80% de las calorías
ingeridas eran aportadas por estos dos grandes grupos de alimentos. Aunque
no nos vamos a extender explicando el excepcional valor nutritivo de los cereales
y las legumbres, diremos que contienen prácticamente todos los nutrientes que
el cuerpo necesita, y son fáciles de producir y conservar. La sustitución de
estos ALIMENTOS por los “comestibles” (alimentos refinados y procesados) y la
carne, es un gran error que ha favorecido la aparición de numerosas
enfermedades que tienen como denominador común un aporte deficiente de fibra,
magnesio, de vitamina F, de oligoelementos…
Prácticas culinarias
aberrantes
§ Abuso de temperaturas elevadas en la cocción. Los aceites
proporcionan temperaturas de cocción de más de 200ºC, lo que conlleva la
aparición de sustancias tóxicas -como la acroleína, por ejemplo- en los
alimentos así como la saturación de las grasas insaturadas. De ahí que los
fritos sean una forma de cocción poco recomendable ya que, aparte de los
inconvenientes que acabamos de señalar, favorecen la absorción de grandes
cantidades de grasa por parte de los alimentos.
§ Abuso de las grasas para la preparación de los
alimentos. La práctica totalidad de los platos de la cocina actual utilizan el
aceite: ensaladas, verduras, guisos, fritos, estofados, horneados… Incluso a
veces, en otras cocinas, éste es sustituido por la mantequilla.
§ Las verduras se cuecen demasiado de forma
inadecuada: con demasiada agua, demasiado tiempo, con presiones elevadas…
§ El abuso del azúcar en la repostería es tal, que
esta sustancia llega a enmascarar el sabor natural del resto de los
ingredientes, obteniéndose al final un postre que sólo sabe a azúcar.
§ Abuso del refrigerador y del congelador como forma
alternativa al consumo de alimentos frescos.
§ Utilización cada vez más frecuente de los hornos
microondas.
Debemos reflexionar
acerca de estos datos para entender que nunca se ha comido de modo tan
desequilibrado desde los albores de la humanidad, así en el pasado las
enfermedades han sido carenciales, ligadas a la pobreza y a la falta de higiene
y en la actualidad las enfermedades son de exceso de alimentos
desnaturalizados, contaminados y por lo tanto incompatibles con la salud.
Pero desde el
conocimiento y la información podemos hacer un cambio hacia los alimentos
verdaderos que son aquellos que produce la naturaleza sin intervención de la
química agroalimentaria ni la industria de procesamiento. Comamos alimentos
naturales, integrales y de cultivo ecológico.
Publicado por: http://www.elenacorrales.com/