viernes, 28 de noviembre de 2014

Hábitos alimenticios actuales y sus repercusiones sobre nuestra salud



A lo largo de estos últimos ochenta años hemos asistido a un cambio brutal en cuanto a nuestra forma de comer se refiere. Paralelamente, han proliferado un sinfín de enfermedades (alrededor de 200 nuevas) llamadas de civilización, que afectan particularmente a los habitantes de los países industrializados.
Los cereales, que complementamos con las legumbres, constituían la base de las alimentaciones de todas las grandes civilizaciones que nos han precedido. Desde hace poco tiempo han desaparecido de nuestra mesa, a excepción del trigo y del arroz. El consumo de pan es 5 veces menor que hace un siglo. Por el contrario, el consumo de carne se ha multiplicado por 5 y el del azúcar por 15. Ha aumentado así mismo el consumo de frutas, productos lácteos y huevos. Los cereales integrales han sido al mismo tiempo sustituidos por cereales refinados y las conservas y alimentos preparados han pasado a ocupar un papel importante en nuestra alimentación.
Comemos en exceso
La palabra “exceso” es la que mejor define a la alimentación actual. Todo el mundo admite hoy que comemos demasiado y a escala mundial observamos un hecho que ha sido propio de las civilizaciones decadentes: la existencia de una minoría sobrealimentada a expensas de que la mayoría no cubra  sus necesidades vitales.
Exceso de proteínas animales
El 75% de las proteínas que ingerimos son de origen animal. Hace apenas un siglo este porcentaje no llegaba al 20%. Actualmente consumimos proteínas en una proporción 2 ó 3 veces mayor a las necesidades de nuestro organismo, con las graves repercusiones que este hecho tiene para el mismo, tal y como veremos a continuación. Las carnes contienen una elevada proporción de purinas que se transforman en ácido úrico, cuyo exceso en sangre favorece la aparición de cálculos o depósitos. Paralelamente, esta acidificación de la sangre ha de ser neutralizada por nuestra reserva alcalina (Ca, Mg…) con la consiguiente desmineralización que esto implica.
Existen numerosos estudios que muestran la correlación existente entre el cáncer de colon y el consumo de carne. Sin embargo, es difícil establecer en qué medida el exceso de proteínas o el exceso de materias grasas, o ambas cosas a la vez, son responsables de este hecho. Independientemente de los riesgos que conlleva para la salud el consumo de cantidades importantes de carne, debemos tener presente el hecho de que para obtener 1 kg. de proteínas animales (carne) hay que producir 16 kg. de proteínas vegetales (granos), que es lo que consumen los animales de engorde. Ante este dato, cualquier persona mínimamente sensibilizada por los problemas del hambre en el mundo, debería cuestionarse que con las proteínas vegetales (combinación de cereales + legumbres) se puede alimentar a más personas, a menor costo y con un efecto infinitamente más saludable.
Exceso de materias grasas
A principios de siglo, las grasas representaban sólo el 20% de las calorías ingeridas. En la actualidad, aproximadamente el 40% de las calorías que tomamos provienen de las grasas y de éstas un 70 % son de origen animal, es decir, son grasas saturadas, llamadas asimismo grasas duras, muy perjudiciales para el organismo humano. Este exceso de grasa tiene unas consecuencias muy graves, a saber: la obesidad, el cáncer de mama y de colon, las enfermedades cardiovasculares, la alteración de la permeabilidad de la mucosa intestinal con la consiguiente intoxicación de la sangre…
Exceso de azúcar
El 25% de las calorías ingeridas provienen de los llamados azúcares rápidos, principalmente del azúcar de remolacha (sacarosa). En unos casos se consume directamente, y en otros, encubierto con refrescos, salsas, pan, tabaco y otros alimentos y bebidas. Los peligros del azúcar son innumerables, destacando entre todos ellos el profundo efecto desmineralizador, del que las caries dentales no son sino la punta del iceberg. Y para comprender la magnitud de dicha desmineralización basta recordar que, en la actualidad, y en los países industrializados, el 97% de los niños menores de 10 años sufren caries. Esta sustracción de sales minerales de nuestro organismo tiene un origen doble. Por una parte, el fuerte efecto acidificante de la sangre que posee el azúcar; por otra, al tratarse de un producto refinado, carece de los minerales, vitaminas y oligoelementos necesarios para su completa metabolización en el cuerpo. Conviene recordar también que el excesivo consumo de azúcares rápidos provoca carencias considerables de las vitaminas del grupo B, lo cual está directamente relacionado con la aparición de los trastornos del sistema nervioso. Favorece también la aparición de la diabetes (en las personas predispuestas), del cáncer, de las enfermedades cardiovasculares (no olvidemos que nuestro organismo almacena el exceso de azúcar en forma de grasas)… Sin embargo, cuando consumimos carbohidratos completos en forma de cereales integrales, nuestro metabolismo los convierte en glucosa sin que se produzca el efecto desmineralizador ni el déficit de vitaminas al que hemos aludido, porque estos alimentos poseen las sustancias protectoras acompañando a los carbohidratos: minerales, vitaminas y oligoelementos.
Exceso de conservas y alimentos refinados
La mayoría de los alimentos procesados por la industria alimentaria están de una u otra forma desnaturalizados. Han perdido gran parte de sus vitaminas, minerales y energía vital (es decir, la capacidad de germinar, como en el caso de los granos al molerse y transformarse en harina) y además, contienen aditivos cuya inocuidad no está demostrada. Aconsejamos por tanto, reemplazar alimentos refinados por los alimentos integrales, que son además más sabrosos.
Exceso de calorías vacías
Uno de los errores más grandes de nuestra alimentación es el consumo cada vez mayor de calorías vacías, es decir, de alimentos que aportan calorías pero que carecen de los elementos protectores como son las vitaminas, minerales y oligoelementos. Estos alimentos los dividiremos en tres categorías:
§  El azúcar (calorías vacías).
§  Las grasas (calorías casi vacías), especialmente las de origen animal. Las grasas vegetales obtenidas de semillas por presión en frío son ricas en minerales y vitaminas.
§  Los cereales refinados (calorías medio vacías). Estas tres categorías de alimentos consideradas globalmente, representan el 80% del total diario. En otras palabras, nuestra alimentación actual carece de elementos protectores (vitaminas, minerales, oligoelementos…) a los que continuamente estamos aludiendo.
Desaparición de los cereales completos y las legumbres
Los cereales y las legumbres han constituido la base de la alimentación de la humanidad hasta el comienzo de la era industrial. Aproximadamente el 80% de las calorías ingeridas eran aportadas por estos dos grandes grupos de alimentos. Aunque no nos vamos a extender explicando el excepcional valor nutritivo de los cereales y las legumbres, diremos que contienen prácticamente todos los nutrientes que el cuerpo necesita, y son fáciles de producir y conservar. La sustitución de estos ALIMENTOS por los “comestibles” (alimentos refinados y procesados) y la carne, es un gran error que ha favorecido la aparición de numerosas enfermedades que tienen como denominador común un aporte deficiente de fibra, magnesio, de vitamina F, de oligoelementos…
Prácticas culinarias aberrantes
§  Abuso de temperaturas elevadas en la cocción. Los aceites proporcionan temperaturas de cocción de más de 200ºC, lo que conlleva la aparición de sustancias tóxicas -como la acroleína, por ejemplo- en los alimentos así como la saturación de las grasas insaturadas. De ahí que los fritos sean una forma de cocción poco recomendable ya que, aparte de los inconvenientes que acabamos de señalar, favorecen la absorción de grandes cantidades de grasa por parte de los alimentos.
§  Abuso de las grasas para la preparación de los alimentos. La práctica totalidad de los platos de la cocina actual utilizan el aceite: ensaladas, verduras, guisos, fritos, estofados, horneados… Incluso a veces, en otras cocinas, éste es sustituido por la mantequilla.
§  Las verduras se cuecen demasiado de forma inadecuada: con demasiada agua, demasiado tiempo, con presiones elevadas…
§  El abuso del azúcar en la repostería es tal, que esta sustancia llega a enmascarar el sabor natural del resto de los ingredientes, obteniéndose al final un postre que sólo sabe a azúcar.
§  Abuso del refrigerador y del congelador como forma alternativa al consumo de alimentos frescos.
§  Utilización cada vez más frecuente de los hornos microondas.
Debemos reflexionar acerca de estos datos para entender que nunca se ha comido de modo tan desequilibrado desde los albores de la humanidad, así en el pasado las enfermedades han sido carenciales, ligadas a la pobreza y a la falta de higiene y en la actualidad las enfermedades son de exceso de alimentos desnaturalizados, contaminados y por lo tanto incompatibles con la salud.
Pero desde el conocimiento y la información podemos hacer un cambio hacia los alimentos verdaderos que son aquellos que produce la naturaleza sin intervención de la química agroalimentaria ni la industria de procesamiento. Comamos alimentos naturales, integrales y de cultivo ecológico.
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