Se acercan las Navidades y los comentarios de cada año se repiten: "Ya
no vendré hasta enero porque total, con las navidades...", "Con lo
bien que estoy, y ahora llega la Navidad", " Prepárame para enero una
buena dieta depurativa que después de las fiestas..." o "Ahora que he
perdido los kilos del verano, a recuperarlos en diciembre"
Parece que la Navidad fuera una condena inevitable a coger unos kilos de
más hagamos lo que hagamos... Cada año ocurre lo mismo...Pero, ¿por qué este
año tiene que ser igual?
Organízate, ¡aún estás a tiempo!
¿Por qué me estás pidiendo soluciones para cosas
que aún no han sucedido? ¿Por qué das por sentado que tienes que bajar unos
kilos que aún no has subido? ¿Por qué me pides medidas para compensar excesos
que no has cometido?
Creo que fue Sartre quien dijo que "Una batalla que uno
cree que ha perdido, es una batalla perdida" y contra los
kilos post navideños solemos dar la batalla por perdida, cayendo en un autoboicot que
puede ser el causante de que año tras año, Navidad tras Navidad, unos pocos
días de fiesta den al traste con el esfuerzo de meses por mejorar nuestra
salud.
Ya sabes lo difícil que es adquirir buenos hábitos con
las miras puestas en una recompensa a largo plazo y lo fácil que es acomodarse
al placer del premio inmediato olvidando las consecuencias que
pueda traer con el tiempo. Hemos aprendido la gran cantidad de perjuicios para
la salud que llevan aparejadossobrepeso y obesidad, y muchos de
nosotros hemos experimentado en carne propia las mejoras tanto físicas
como psíquicas que trae consigo el librarse de esos kilos de más.
Sabiendo todo esto... ¿Aún crees que unos días de fiesta van a poder
contigo?
No se trata de amargarse, ni "estar a dieta" en Navidad, pero,
¿te has parado a pensar por qué fiestas y excesos tienen que ir siempre de la
mano?
Quizás en épocas de carestía, el sentarse ante una mesa llena de
alimentos a los que normalmente no se tenía acceso podía incitar a comer y
beber con desmesura, pero hoy en día que el exceso nos invade... ¿hay necesidad
de acumular exceso sobre exceso para que nos parezca que
estamos celebrando algo?
Ten en cuenta que no hablo de situaciones económicas, la
obesidad y el sobrepeso se ceban aún más en las clases desfavorecidas pues
los alimentos más baratos no suelen ser precisamente los más saludables. Todos,
con mayor o menor capacidad adquisitiva, nos hemos acostumbrado a que la
celebración debe ir acompañada deabundancia y derroche porque si
no, no es celebración.
Veamos algunos consejillos para organizar las navidades de forma que no
tengamos nada que "depurar" en enero.
Aún no es Navidad
Lo dije el año pasado y
lo repito este... ¡todavía no es Navidad! Me parece estupendo que aproveches
las ofertas de las grandes superficies y compres el turrón a 3x2 o a 4x3 pero, ¡no
empieces a comerlo aún!
Piensa que esas pocas (o muchas) calorías diarias, en forma además de
grasas y azúcares, que estés añadiendo a tu dieta por no poder resistirte a
comer un polvorón en el desayuno o un trocito de turrón de chocolate con el
café te van a pasar factura sí o sí, y la culpable de ello no
será la Navidad, que aún está a más de tres semanas, sino la poca fuerza de
voluntad que mostramos frente a la implacable presión del ambiente que nos
rodea y que nos hace vivir siempre consumiendo y siempre a contrarreloj.
"Esta noche es Nochebuena y mañana
Navidad"
Así reza el villancico. Conclusión: dos fiestas que celebrar.
Si a esto sumamos la despedida del año que se va y la bienvenida al que llega,
ya son cuatro. Apurando mucho, "acepto pulpo como animal
de compañía" y sumo también el día de Reyes, aunque más
bien sea un día de regalos y alegría con los más pequeños, día de empujar bicis
"sin ruedines" e intentar armar ese castillo de forma que guarde
algún parecido con el estupendo modelo que presenta el cartonaje... Pero lo
sumaremos porque ¿quién se resiste a probar el tradicional Roscón de
Reyes, intentando que no nos toque el haba, sobre todo si es casero como el
que prepara cada año mi hermana Belén?
¡Cinco días! y ni
siquiera eso... ¡cinco comidas! ¿Crees que cinco comidas
pueden estropear tus esfuerzos de meses si, al fin y al cabo, no estás saliendo
del concursoSupervivientes, sino que tienes la suerte de comer varias
veces al día, cada día?
Algunos ya me estarán recordando que están las comidas con amigos, las
de empresa,... Vale, y el resto del año lidiamos con cumpleaños, bodas,
comuniones, bautizos, etc y sabemos cómo salir airosos porque hemos aprendido a
elegir bien lo que comemos y a reordenar las comidas del día de forma que la
celebración no lo desequilibre demasiado. ¡Pues lo mismo haremos ahora!
Lo que no podemos hacer es del mes de diciembre un mes en el que
todos los excesos en comida y bebida estén justificados en nombre de
la Navidad.
Mejor calidad que cantidad
Coincidiremos en que actualmente la oferta en alimentación es muy amplia
y tenemos a nuestro alcance durante todo el año muchos productos a precios más
o menos asequibles (aunque tristemente los más asequibles suelen ser también
los menos saludables). Por eso, creo que las comidas de Navidad pueden ser
especiales simplemente por el cariño y la dedicación que pongamos en
prepararlas; esto es lo que les dará la calidad, y no su precio.
Elige una materia prima de las que no necesitan etiqueta (así
nos evitamos también la necesidad de descifrarlas):
verduras, hortalizas, pescado, marisco, carne,... y después rescata del
cuaderno de recetas de la abuela la de aquel plato que siempre preparaba por
estas fechas y que os gustaba tanto de pequeños o reinterpreta a tu manera la
receta del ganador de Master Chef (eso sí, ensáyala primero, que no son fechas
para experimentos...). Si tienes tiempo de investigar, en internet tienes
innumerables páginas de recetas de
Navidad de todo tipo para que sorprendas a los tuyos.
Lo importante es que la comida sea especial no por lo que te hayas
gastado en ella ni por la cantidad y variedad de fuentes que inunden la mesa,
sino porque en cada detalle se note que quieres a cada una de las personas que
ese día especial van a compartirla contigo... ¡y eso se nota!
No decores con comida
Tenemos multitud de adornos navideños para decorar nuestras casas y
nuestros lugares de trabajo como para que también tenga que estar ocupando un
lugar privilegiado entre este maremágnum de bolitas, campanas, guirnaldas,
coronas y renos una enorme bandeja con un surtido de los innumerables
dulces que nos ofrecen estas fechas.
¿Acaso no es humano que nuestra mano se alargue en un movimiento
"totalmente involuntario" cada vez que pasamos cerca de la dichosa
bandejita (que siempre está situada estratégicamente en lugares de paso
difíciles de evitar) para llevar a nuestra boca algún dulce que, ni
necesitábamos, ni siquiera nos apetecía?
Mi consejo es que saques la bandeja de los dulces al final de las comidas
de celebración; tu bolsillo y tu cintura lo agradecerán.
Sí a la tradición
Me parece muy bien que las comidas navideñas culminen con los dulces
típicos de cada país, región o incluso de cada casa. Por ejemplo, en Canarias
no faltan las típicas "truchas" y
en mi casa los pestiños andaluces y los roscos de limón, que además preparamos
en familia con la colaboración en el amasado y moldeado de los más
pequeños de la casa ( ver a mis ocho sobrinillos "con las manos en la
masa" hace que luego me resista mejor a comerme sus creaciones jeje).
¿¿Turrón??
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Pero ocurre que la industria alimenticia, en su encomiable afán porque
no nos aburramos de los típicos polvorones y turrones de Alicante y Jijona
(familiarmente "turrón duro" y "turrón blando") o quizás,
malpensada que es una, en su no tan encomiable afán de aumentar el consumo de
productos navideños, ha inventado sucedáneos de los tradicionales turrones de
sabores tan extraños para un dulce navideño como yogur, natillas, ron con
pasas, coco, piña, arroz con leche, crema catalana o, incluso, ¡chocolate con
patatas fritas!
Para mí los turrones siempre serán el duro y el blando y
sus sabores los que están asociados con mi Navidad junto a los de los roscos
cariñosamente amasados, primero por mis hermanos y yo, luego por mis hijos y
ahora por mis sobrinos... Lo demás son dulces que pueden estar más o menos
buenos y que lo mismo pintan en Navidad que en agosto y que, eso sí, el mismo flaco
favor van a hacer a nuestra salud en una u otra época.
En conclusión, estás a tiempo de preparar un menú saludable a la vez que
delicioso y especial y de ponerte una serie de "normas", como dejar
los dulces navideños para las fechas destacadas o no excederte con el alcohol,
para que en enero, quizás por primera vez, veas que las navidades han sido tan
estupendas y agotadoras como siempre pero¡que no te han pesado!
Para acabar con un poco (más) de humor... ¡que éste no sea tu calendario
de Navidad! ;)
Publicado por: blogcomiendosalud
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