jueves, 28 de mayo de 2015

La alimentación actual responsable de empeorar la esperanza de vida



Dice un antiguo proverbio chino: “La salud y la enfermedad entran por la boca”. Con esta rotundidad se destaca la importancia de como “el qué” y “el cómo” comamos determina mantener un buen estado de salud o por el contrario abonar un terreno propicio para la enfermedad.
Muchos son los factores que predispone padecer alguna enfermedad, pero no cabe duda que los malos hábitos y entre estos con suma importancia, una alimentación desequilibrada o deficiente en nutrientes, perjudicará a la respuesta natural y adecuada del cuerpo ante la adversidad,  contribuyendo a disminuir, como poco, la esperanza de vida.
La vida moderna nos facilita el acceso a una variedad de alimentos y preparaciones impensables hace unas décadas, pero al contrario de lo que aparentemente se entendería cada vez nos alimentamos peor.
Los estándares de calidad de los vegetales y frutos que llegan a los mercados se basan en la uniformidad del tamaño y del aspecto físico, y no en la calidad nutricional, por lo que ya desde su cultivo hasta su maduración en cámaras se trabaja el interés comercial y no la capacidad de aportar nutrientes.
La falta de tiempo que se dedica a comer y a preparar los alimentos también es evidente, y es ahí donde también la industria alimentaria apoyada por campañas muy atractivas de publicidad, nos facilita un sinfín de alimentos preparados o semipreparados con el elevado número de calorías con grasas y azúcares en exceso que someten al organismo a un estrés continuado para poder metabolizar todo ese exceso que terminan entrando en el torrente sanguíneo.  La energía requerida para todo este proceso genera un exceso de los llamados radicales libres que si no son neutralizados por el número adecuado de antioxidantes, serán responsables de ir disminuyendo poco a poco la esperanza de vida y contribuyendo a la propensión a enfermar.
El círculo vicioso ya está servido, cada vez más alimentos que dañan nuestro organismo y cada vez menos y con peor calidad, los alimentos que nos proporcionan las herramientas (antioxidantes) para la reparación.  Toda esta cadena de acontecimientos afecta al hipotálamo (la parte del cerebro que actúa como director de sistema nervioso y endocrino) de modo que sin más remedio se aumenta la resistencia a la insulina y ya no solo el control sobre el peso corporal sino que también aumenta el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las de carácter neurológico (Alzheimer,…) o autoinmunes (psoriasis, reuma,…).
Mucho se está avanzando desde los laboratorios y centro de investigación para encontrar los medicamentos  ya no solo para curar sino para sobrellevar mejor la enfermedad, si bien aún no hay un interés claro para difundir que  desde la alimentación y el aporte adecuado y equilibrado de nutrientes es una vía efectiva primero para prevenir y en estados aún reversibles proporcionar al cuerpo la herramientas para curar.
Publicado por: http://www.elblogdenutricion.com/

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